El centro de la ciudad a priori debería ser una buena opción dónde poder saborear algún que otro suculento plato, pero entre tanta variedad de locales reinan los fast foods y los lugares dónde el plato estrella es un «socarrat con pepitas de oro» en vez de langostinos.
Los locales con buena base, se encuentran en zonas colindantes, aunque van aflorando restaurantes con cierta calidez en sus cartas, Caravelle, es una de esas excepciones en pleno epicentro. En la calle Pintor Fortuny, florece este local, poco amueblado, con trazas de cafetería nórdica, flores en las mesas, y en el surtidor de cerveza, (uno de los muchos detalles que hacen especial este lugar), normalmente crisantemos blancos, que simbolizan la eternidad. Azulejos, mobiliario de madera clara y algún elemento vintage, una de esas imágenes que «repinearias» en pinterest.
El espacio neutro hace de telón de fondo a una carta nitida, pocos platos y mucho esmero, los indecisos no tienen problema! Cantidades más que razonables y presentaciones que abren el apetito. Un buen lugar para acabar una larga jornada de compras y empezar una magnifica tarde de museos.
Yolanda Aranda
Hace unos días subieron una foto en su perfil de Facebook donde se veían unos donuts caseros rellenos de mermelada de fresa. ¡Qué delicia!
Además, este tipo de cafeterías están muy de moda en Barcelona. Hace unos años, cuando viajabas por Europa, ya se veían pero aquí nada de nada. ¡Y ahora parece que en cada esquina te aparecerá una! Yo, evidentemente, encantada de la vida:)
Totalmente a favor de la estética nórdica en los lugares, pero con personalidad !
Muchas gracias por tus comentarios ^^